Terminé de leer "Dublinesca" de Enrique Vila Matas, y revisando las partes que destaqué me topé con esto:
"Una relación íntima entre dos personas es un instrumento de tortura entre ellas, ya sean personas de distinto sexo o del mismo. Todo ser humano lleva dentro de sí una cierta cantidad de odio hacía sí mismo, y ese odio, ese no poder aguantarse a sí mismo, es algo que tiene que ser transferido a otra persona, y a quien puedes transferirlo mejor es a la persona que amas".
Es fuerte, duro, algo que la mayoría negaría tachándolo de falso, pero que me hace mucho sentido.
No entiendo eso del autoodio pero sé que existe. Quizá no es que no lo entienda sino que no lo quiero ver. Es posible.
Pero sobre todo me quedé pensando en cuántas veces esas personas que se supone son a las que más queremos, son también las que tienen que pagar los platos rotos; por nuestro mal humor, por nuestro hartazgo, por lo que desconocidos provocaron; los que cargan las consecuencias de ese odio que necesita salir, de nuestros a veces brutales exabruptos.
Y cómo no verse en Joel y Clementine.