Dicen que las palabras se las lleva el viento. Las palabras
pronunciadas, dichas, susurradas bajito o gritadas estruendosas. Aquí, dicen también,
“papelito habla”. Lo que se escribe queda para la eternidad, o para cuando sea
destruido.
Cuando uno habla, no tiene forma de editar lo que dice, lo
que ya ha sido dicho. Las palabras, una vez dichas, no hay vuelta atrás. Nada
de que: No quise decir eso, ya lo
dijiste. Si mi lenguaje es pobre, si no puedo articular lo que quiero decir, si
tengo demasiadas muletillas, no hay marcha atrás: se dice como se puede. La cosa es que al escribir, –mucho más ahora con las computadoras u ordenadores*–, uno puede corregir lo
que escribe, hasta dejar las cosas como uno mas o menos quiere. Si tuve un
error de dedo, u oprimí la “v” en lugar de la “b”, escribiendo “vonita”, puedo
corregir mis desatinos. Nadie pensará que fui descuidado o que soy un imbécil.
Qué puedo entonces pensar de una persona que no puede
siquiera escribir una palabra completa, que escribe palabras mochas o sin
espacios entre ellas y ks (como ponches de beisbol) en vez de
escribir la pequeñísima y fácil de escribir, palabra “que”, con o sin acento.
Que no tienen la decencia de mirar si lo que han tecleado es entendible.
Por otro lado, creo que si te vas a aventurar a publicar
algo, o a escribir una “bella frase” en una postal, –dando o no el crédito al
autor– al menos deberías checar que lo que has escrito está bien escrito,
digo, tal vez no es culpa tuya tener una nefasta ortografía y no saber la diferencia
entre méndigo y mendigo. Pero si estás haciendo algo que quedará plasmado, pues
deberías tener la decencia de escribirlo bien. Además, para hacerlo, no hay que
ir a abrir una enciclopedia o un diccionario, sólo meter la palabra al google,
a la Wikipedia (biblia de los estudiantes actuales), o a donde quieras.
Sé que es una postura muy mamona de mi parte, pero creo que
quien no puede leer acentos, quien lee de la misma manera méndigo, mendigo y
mendigó, no sabe leer. Así de simple.
* El
Castellano de mi país, también llamado Español mexicano, nos viene de España,
como es sabido. Pero con las nuevas palabras, palabras modernas, que antes no
existían, las hemos tomado del inglés, de los Estados Unidos. Así, en México no
tenemos ordenadores, tenemos computadoras (computers); ni móviles, tenemos
celulares (cel phones).