lunes, 25 de noviembre de 2013

Elogio al alcohol


“Al tercer día se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y estaba allí la Madre de Jesús. También fueron invitados a la boda Jesús y sus discípulos. Y, como faltase el vino, la Madre de Jesús le dijo: No tienen vino, Jesús le respondió: Mujer, ¿qué nos va a tí y a mí? Todavía no ha llegado mi hora. Dijo su Madre a los sirvientes: Haced lo que él os diga. Había allí seis tinajas de piedra preparadas para las purificaciones de los Judíos, cada una con capacidad de dos o tres metretas. Jesús les dijo: Llenad de agua las tinajas: Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora y llevad al maestresala. Así lo hicieron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, sin saber de dónde provenía, aunque los sirvientes que sacaron el agua lo sabían, llamó al esposo y le dijo: Todos sirven primero el mejor vino, y cuando ya han bebido bien, el peor; tú al contrario, has guardado el vino bueno hasta ahora”.


Me gusta el juego y el vino, tengo alma de marinero”. 
                                                                        Mediterráneo Joan Manuel Serrat


Mis primos (Checo y Chucho) y yo tenemos fama de borrachos. Tenemos fama de que nos gusta embriagarnos. La verdad es que si. Sí nos gusta tomar alcohol. Al menos para mí es uno de los placeres de mi vida. Tomar alcohol con mi gente, en una tertulia planeada o improvisada; entre chistes, chismes, canciones, recuerdos, cotorreo. No hace falta embriagarse.

Yo argullo que se debe a que soy muy corriente, porque tomo de todo menos whisky. No me gusta. En estos tiempos me inclino más por el ron, pero el Torres con coca siempre será de mis predilectos. Aunque gracias a mi primo Chucho, le he agarrado un cariño especial al tequila con clamato, como sólo él lo sabe preparar. Esa es otra de las ventajas, mi primo sabe preparar buenos tragos.

La fama de borrachín me sigue desde la preparatoria. La cosa es que no es que yo fuera un “ebrio alcohólico”, sino que aprendí a tomar. Aprendí a tomar con mi familia. Primero una copa. Después de un tiempo dos. Meses después 3. Las 3 de rigor (ni menos de 3, ni más de 33). La cosa es que mientras mis amigos se embriagaban con 3 cervezas, yo estaba bien, sin daño aparente. De ahí la fama.

Nunca tuve que esconderme para tomar, nunca lo he hecho. Si lo apetezco, tampoco me he negado a la invitación de un trago. Me dijo alguna vez mi padre: un favor y un desaire no sabes hacer. Tampoco nunca recurrí a los chicles para disimular el aliento alcohólico, así que llegaba a saludar a mi madre sin disimular. No pensaba que hiciera algo malo, así lo aprendí. Así lo veo.

Así que en mi familia (paterna y materna) es bien visto tomar. En ambas se sigue lo que el evangelio de las bodas de Caná señala: no puede haber fiesta si no hay alcohol, en ese caso era vino, pero el resultado es el mismo.

Y como leí que dijo Benjamín Franklin: No vive bien quien no bebe bien. Salud.


martes, 19 de noviembre de 2013

Y tu mamá también


“La vida es como la espuma, por eso hay que darse como el mar”.




Me gusta mucho Y tu mamá también. Me gusta todo lo que muestra, todo lo que dice. Me gusta lo que dice sin decirlo. Lo que dice y resulta molesto. Creo que llega incluso a ser una película dolorosa. Que esconde bastante bajo esa capa de superficialidad charolastra, y el disfraz de teen movie.

La historia de cuando vi en el cine la película es bastante graciosa y fue demasiado incómoda. Estaba con mi familia de vacaciones en Acapulco y a mi madre se le ocurrió que sería bueno que fuéramos al cine, y que podríamos ver Y tu mamá también, ya que todo mundo hablaba de ella. De modo que nos metimos al cine, y no sé cuáles hayan sido los pensamientos de mi madre a media película, sobre su ahora, no tan increíble idea. ¡Cómo habíamos pagado por ver semejante porquería!

Creo que México está bastante bien reflejado en la voz en off de Daniel Giménez Cacho, que nos pincha preciso para señalar esas cosas que nos duelen, esas cosas que a veces preferimos no ver. Que conocemos de sobra, pero preferimos no mencionarlas.

Para empezar, los nombres de los 3 protagonistas son apellidos emblemáticos en nuestra historia. El amigo rico Tenoch Iturbide, el amigo jodido Julio Zapata y la española, detonante de todo, Luisa Cortez. 

Pienso también que es una especie de Manual de sexo. Que si pones atención puedes resultar bastante bien aleccionado. Por Luisa claro está, que los dos charolastras representan mucho de la estupidez masculina (la masculinidad basada en el tamaño del pene, las promesas de fidelidad o por sexo, o el querer conocer detalles del sexo con otro). Sentencia Luisa Cortez: “debéis hacer del Clítoris tu mejor amigo”, o “hay que saber comer el coño, que no es como si te estuvieras comiendo un pollo”, o aquello de insertar gentilmente un dedo en el culo, quien lo hubiera dicho.

Qué adolescente u hombre joven no ha fantaseado con una mujer mayor: con una maestra o una amiga de la familia. Quién no ha deseado ser adiestrado en las artes amatorias por una mujer experimentada. Quien no ha construido sueños de faenas sexuales increíbles. Sobre todo si se trata de Maribel Verdú, si ese mujerón es Maribel Verdú. En mi caso, debo decir, sólo fueron fantasías.

Por lo anterior, también creo que es una película para hombres. Me refiero a que como hombre la disfrutas más, porque ahí estás, en ese espejo te estás reflejando, en mayor o menor medida. Recuerdo que varias amigas me dijeron que no les había gustado. Y es que Cuarón nos desnudó, nos mostró en toda nuestra repugnancia, que transpira sexo; en esa lujuria excesiva y utópica del “todasmías”. Ese hombre que miente e inventa cualquier cosa con tal de conseguir lo que quiere, que finge en su afán seductor, aunque resulte risible.

Y bueno, aquí está el manifiesto Charolastra:

1. No hay honor más grande que ser un Charolastra.
2. Cada quien puede hacer de su culo un papalote.
3. Pop mata poesía.
4. Un toque al día, la llave de la alegría.
5. No te tirarás a la vieja de otro Charolastra.
6. Puto el que le vaya al América.
7. Que muera la moral y que viva la chaqueta.
8. Prohibido casarse con una virgen.
9. Puto el que le vaya al América (se repite, por que es reputo el que le va al América).
10. La "neta" es chida pero inalcanzable.



jueves, 14 de noviembre de 2013

lets go to the buen fin


Los mexicanos tenemos una relación amor/odio con los Estados Unidos. Una relación fraternal y de desprecio al mismo tiempo. La gran mayoría de nosotros tiene al menos un familiar radicando allá, viviendo o sobreviviendo su sueño americano. 

Nos vanagloriamos alardeando que “ellos” no tienen tradiciones, que no tienen historia cultural, y que por el contrario, nosotros sí que tenemos demasiada historia, hasta “pa aventar pa arriba”. Pero qué bonitas son las tradiciones mexicanas.

La cosa es que cada vez vamos adoptando, apropiándonos, de “sus” tradiciones, de sus formas de ser, de sus palabras. Quesque para vernos modernos. De modo que los anglicismos nos están lloviendo a cántaros, tenemos: bullying, hostess, spin offs, backstage, business class, feedback, jogging, gamers, hatters, y un larguísimo etcétera.

También nos invaden desde dentro los Brayans (no Brians), los Jovanis o Yobanys, o Jobanis, (o como lo quieras escribir, la cosa es que se oye muy chingón, muy moderno), los Brandons, incluso los Estivs (no Steves) y los Maicols (no Michaels). De la misma forma que las Asslys, Leydis, Michels, y supongo que habrá alguna Biyoncs (en honor a la mujer de las caderas mágicas).

Conozco personas de mi generación con nombres prehispánicos mexicanos. Tuve compañeros en la escuela: Xochitl, Ixbalanqué, Cuitlahuac, Ehécatl, Tonatiuh, Citlalli, Tzitziqui, Malinalli, Mayahuel, Mixtli, Cuauhtémoc o Yulotli. Pero es más que obvio que estos nombres indios no permean modernidad.

Nuestra liga de futbol, aunque desde al menos 15 años ha adoptado el formato argentino de apertura y clausura, tiene el modelo estadounidense de “playoffs”, de postemporada, aquí llamada liguilla, donde quien califica de último tiene la posibilidad de ser campeón.

Todo este “rollo malvibroso” viene a cuenta de que, a partir de mañana, se llevará a cabo en nuestro querido país, “el Buen fin”. Una copia mega chafa del “Black friday”, fin de semana de, dicen los que lo han vivido, rebajas espectaculares. Aquí, fin de semana de descuentillos mediocres, que sólo sirven para que el endeudado pueblo mexicano se endeude un poquito más. Incluso los gobiernos estatales y el federal adelantan el Aguinaldo para que puedan gastar más a gusto. Y todos seamos más felices.


jueves, 7 de noviembre de 2013

ni tanto que queme al santo...


“Ni tanto que queme al santo,  ni tanto que no lo alumbre”.

Muchas veces me he puesto a pensar sobre la “dificultosísima dificultad” de hallar el justo medio en tu forma de interactuar con tu pareja. Están los dos extremos: la total indiferencia y los celos enfermizos. Ambos, posturas desastrosas si es que piensas en una relación a largo plazo.

Resulta que si eres celoso, es porque eres una persona insegura, sin pizca de confianza en ti mismo. Además de un egoísta, y no sé cuántas cosas más. Pero digamos que no eres tan estúpido y te has dado cuenta de lo nefasto de tu conducta, y decides darle libertad a tu mujer, y confiar en ella*. Pues entonces, puede que resulte, que ahora te salgan con que como ya “la sientes segura”, no te importa qué haga ni dónde vaya, ya la das por tu mujer, para siempre: - Y fíjate que no, mi vida, que si no me cuidas, a la mejor alguien más me enamora. Así que pon más atención por favor. Porque también dicen: es que si no te cela, es porque no le interesas.

La cosa es que casi nunca quedas bien. Si le das su espacio y la dejas ser libre, estás muy confiado sobre su amor. Pero si por el contrario la celas, es porque eres inseguro y/o posesivo. Como decía en un principio, es difícil hallar el justo medio, no sólo en estos asuntos amorosos, en casi todas las cosas de nuestra vida.

Pero creo que al menos en este asunto, siempre será mejor que te acusen de confiado, que de celoso. Un novio celoso debe ser una pesadilla para cualquier mujer (y para cualquier hombre también, eso lo sé por experiencia). Y una mujer inteligente, sabrá apreciar a quien la deje ser libre.


*Esto es totalmente hipotético. Los celosos enfermizos no se rehabilitan. No, al menos en mi experiencia.