jueves, 30 de octubre de 2014

el mentado halloween



Yo no le veo ningún problema a celebrar el Halloween. Que hasta donde sé, lo único que se hace es disfrazarse, para ir a una fiesta de disfraces: a una fiesta de Halloween. En gringolandia, los niños se disfrazan para ir de casa en casa a pedir dulces.

La cosa es que aquí en este “tan tradicional” país, hay muchísima gente que “protesta enérgicamente” (así como jelipillo Calderón), alegando que debemos promover y transmitir nuestras tradiciones, en vez de andar haciendo cosas provenientes de otras latitudes; muchísimo peor, si los dueños de tales costumbres son los mentados gringos: tan amados y odiados por igual.

Pero el asunto es muy sencillo, al menos lo es para mí. El hecho de que permita que mi hijo vaya disfrazado a su escuela y que en la noche me vista de algún personaje para ir a una pachangona (alguna vez fui Jesucristo, había que aprovechar el pelo y la barba), no tiene nada, pero absolutamente nada que ver con el hecho de que yo siga las tradiciones de mi patria: que asista al portal de Toluca a ver, admirar y comprar calaveras de dulce, que asista al festival del alfeñique, que escriba calaveras literarias con mi gente y que ayude a mi hijo a escribir la que le han pedido en la escuela. Y que de igual manera honre a mis muertos: poniendo una ofrenda en mi casa con las cosas que a ellos les gustaban o llevando flores al panteón (las veces que he ido es con mis tías, que mis papás no lo acostumbran).

Como decía, el asunto es muy sencillo: la festividad de muertos y el Halloween no tienen nada que ver, absolutamente nada. Para empezar, están en meses diferentes.


Y para los católicos que argumentan que el Halloween es una fiesta pagana, del diablo y no sé cuántas cosas más; yo imagino que a los meros meros les debe de gustar: Jesús y su madre la Virgen, van para todos lados disfrazados. 

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