La semana pasada se dio a conocer un audio
en el que el más alto funcionario del instituto electoral mexicano (INE) se
mofaba a carcajada suelta de la forma de expresión de un líder indígena
mexicano. La anécdota no debería sorprender a nadie, éste es un país
inminentemente racista y clasista.
Éste país en el que el color de tu piel es
tan determinante, en el que cuando se te quiere ofender se te llama “indio” o
se te dice que parece que “te bajaron del cerro a tamborazos”, en el que
personas con estudios universitarios que utilizan palabras como “tergiversar” o
“satisfació” se burlan de regionalismos como “haiga” o “naiden”, éste bello
país del “está bonita aunque esté morenita”.
Las disculpas ofrecidas –completamente por
obligación, no sé cuánto de eso lo sienta en verdad este tipo– son el trámite
que sigue al agravio, que como he dicho en otra ocasión (el valor de una disculpa), no creo que sirvan para un carajo. La ofensa ya la hizo, y lo que
piensa de los indígenas ya lo expresó, con toda su honestidad.
¿En verdad alguien se sorprende por lo
dicho por el desprestigiado funcionario?
Acompaño mis berridos con un claridoso
soneto de mi compañero y colega Gonzalo Reyes:
Los cargos no se heredan Delegada.
No son su patrimonio, entienda eso
si tanto le ha gustado el hueso
invierta a plazo fijo su mesada.
Un consejero tonto se ha burlado
de los indígenas de México.
Habría que decirle con buen léxico
que tamaña idiotez lo ha encuerado.
Y no quisiera más tocar el tema
pero se empeñan ciertos comediantes
—que solo maman del sistema—
en exhibir su mezquindad.
Sin el menor pudor estos “diamantes”
van confiscando toda voluntad.
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