jueves, 26 de mayo de 2016

Vacíos



Hay un vacío existencial inmenso en la sociedad.

La mayoría de las personas de cierta edad pasan los días mirando las pantallas de sus teléfonos, compartiendo banalidades, comentando estupideces, linchando a la nueva persona desprestigiada sea figura pública o no, esperando ansiosos los viernes, para en diciembre decir que el año se ha ido volando; viviendo por vivir, sin importar que en Facebook digan que disfrutan cada día como si fuera el último y que viven sin rencores disfrutando la bellísima vida.

Veo almas vacías refugiadas bajo el cobijo del me gusta, buscando una supuesta aprobación de no sé quién, de la sociedad quizá, lo que sea que eso signifique en realidad; montones de personas buscando una tonta popularidad basada en la trivialidad, la fama a costa de todo, la vacía y efímera fama de las redes sociales, del plagio y la repetición.

Un vacío tan estúpido de refrigeradores vacíos con dueños de teléfonos de última generación. Es para cagarse de risa ver que esa persona que pregona la belleza de las pequeñas cosas sea la misma que dice MORIR por el nuevo “gadget” de moda.

Millones de personas que esperan sanar y alimentar su alma a base de compartir memes y frases positivas, de filosofías en las que el universo conspira a su favor, de buenas intenciones y aprendizajes continuos, de gente que sabe, a diferencia de otros, cómo es que debe vivirse la vida. Pequeños “sabios” de la banalidad.

Millones de personas refugiadas en una pantalla, resguardadas tras una pantalla, amparadas en la seguridad del anonimato. Millones de personas intentando ser “alguien” en algún lugar del ciberespacio, buscando encontrar dónde identificarse, dónde hallarse, dónde pasar las horas que a veces se van tan despacito. Esperando ser alguien significativo para alguien más. Con la palabra “amigo” lista para soltársela al primer desconocido.

¿Y amor? ¿Ciberamor? Por qué no.

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